La Celeste y el chivito

Partamos por aclarar que el término «chivito» viene a significar «sánguche uruguayo con carne», más o menos. En la capital de Chile se pueden encontrar en el menú de la parrillada La Uruguaya (la grande, la que está en JD Cañas, esquina Rep de Israel) y en la extensa oferta de Ciudad Vieja, que hemos elogiado profusamente en sánguches.

Estando en la zona lacustre de la Araucanía -distrito representado por diputados radicales y que pese a todo conserva su vitalidad e interés- se puede llegar a La Celeste, chivitería que crece empujada por la parrilla de los mismos dueños y un rasgo cultural que trasunta la decoración uruguaya y el buen servicio: es fundamental la comodidad. No hay pretensiones o esnobismos. La oferta es suficientemente variada dentro del formato chivito, y que podría abrumar incluso a un chileno bueno para el pan. Como el efecto pecaminoso que provoca pedir el «Canadiense» a domicilio en Hipersandwich: ¿podré con el combo carne-jamón-queso-huevo-tocino?

Pero no hay nada de qué preocuparse. La carne viene blandita, jugosa y bien tratada. Los demás ingredientes están bien porcionados, abundantes pero no agresivos, en un pan suficientemente grande. Pedimos el chivito «Candombe», que incluye tomate y palta en rodajas, que compartido entre dos se nos hizo poco.

El lugar está muy bien planteado para estirarse un rato y comer en paz.

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